Te vas quitando pieles hasta amanecer en blancura impávida figura recortada contra la pared el espejo rebota tu imagen casi yerta estatua pálida sonrisa eterna que el tiempo no borra inspiración eterna, cuerpo de mujer
Desarrollando ternuras y ganas de vivir desde su terrenal escepticismo descubre cada mañana el surtidor de invierno acodado en la baranda a su paso
Algo nace cada día en el pliegue estatutario de su frente cuando aborda la fiel compañía asomada en el leve golpe del tacón afianzado sobre el asfalto
a su paso
El balanceo cómplice mueve la fraternal dimensión acompasado con el verde, agridulce distancia que enardece a ratos el latido opaco del pasado anfitrión