¡Te han comido la memoria como a un queso!
¡A dentelladas! Para matar los recuerdos.
Cuando
la esquina del tiempo doble la vuelta
y
no exista salvo la oquedad sin fin en la memoria
nexo
perdido en el confín de la materia que olvida su esencia
y
empieza de cero.
es el tiempo de inocencia.
Después nos cierran en zapatos
nos aprisionan con telas
cubren nuestra desnudez
amordazan nuestra lengua
mutilan nuestra sonrisa
y acallan la inexperiencia
gloriosa de ser nosotros
en la edad de la inocencia.
siga los pasos que marcan las otras mujeres inocuas.
Si queréis que mi pecho no vibre
y se transforme en lira empolvada de cuerdas rotas.
Si pretendéis que mis ojos no vean la luz del faro
que alumbra
que para mí no sea el agua, agua, la tierra, tierra y
la noche sombras
sí tan siquiera soñáis que voy a seguir vuestras
estúpidas maniobras
cuajadas de hielo mis venas, bruñido en granito mi
pecho
arrancada la raíz del tiempo, mujer estúpida hecha de
inercia perruna
sombra gris entre otras muchas sombras. Si soñáis
que vais a conseguirlo
despertad de vuestro sueño inútil, porque antes de
ser nada
o lo que vosotros pretendéis, que es lo mismo
mi cuerpo aparecerá, ¡os lo juro! cualquier mañana
gris
roto a la vuelta de una esquina.
y dejo el amor impreso
en las sendas de la piel,
pedazo de eternidad
que repiquetea en
la nebulosa del tiempo,
rastro dulzón que emerge
en el letal desconsuelo
cuando la noche despojada
de caricias se acurruca
entre silencios.
¡Nunca me harto de besos!
Los requiso sin medida
los estampo sin demora
y vuelvo, una y otra vez
a libar de la copa,
fuente inagotable de miel
besos profundos y bellos
guardados en el recuerdo.
resbalando por las piedras
en el aire hay guitarras
y en la noche estrellas.
Granada vela en sus cuestas
en sus calles empinadas
en el suspiro doliente
de una nota desgarrada
que hace estremecer el alma
del que sueña con Granada.
Granada, virgen y pálida
entre alamedas tristes
entre rosas y cascadas
de agua pura, cristalina
que lame la piedra casta
del Alhambra al Generalife
del Generalife al Alhambra.
Un vergel de mil colores
un tapiz de filigrana
cante jondo que penetra
en la piel y en las entrañas.
que viene como quejándose
con un canto de cautivo
desde la Sierra Nevada.
Murmurar de llantos moros
y de sonrisas cristianas,
mezcla de fuego y de sangre.
El Albaicín a lo lejos
corona a la reina, esclava
que fue en un día
de moros que la adoraban
que con mimo y con locura
de guerrero enamorado
fueron cuajando de flores
de jardines y de cantos
la nevada tez serrana
de aquella su Granada.
El Darro para escoltarla
resbala y canta en torrentes
desgastando tierra y piedra
para acercarse a su alma.
Alamedas siempre verdes,
ojos que son puñaladas
al reflejarse en los tuyos
serenidad, arrogancia.
En esta noche tranquila
serena, como las tuyas
con mil estrellas de plata
reflejándose en el cielo
y en mi cabeza
las notas de una guitarra
siento una pena tan honda
que quisiera convertirme
en hoja, en flor, en agua
que volara hechizada
a rendirte tributo en silencio
Granada.
ni poner miles de kilómetros por medio
la indiferencia rompe
decisiva
letal
mutila la cercanía adyacente
templa su espada de lodo y carencias
y corta de un tajo
cualquier atisbo de proximidad.
reposa tu cabeza fatigada
espanta tinieblas.
Mi fuerza es tu fuerza
mi seguridad tu empuje
mi corazón tu vela
mi luz tu antorcha
mi pasión tu bandera.
Descarga tu peso en mi espalda
ahuyenta fantasmas
descansa tranquila.
Mi alma te vela.
persigo tu huella en la almohada,
escurre mi sombra
en la curva de tu espalda
anudo mi alma
y aprieto los labios
para no decir tu nombre al silencio
en la noche oscura
los muertos acechan velando
el tiempo ausente del olvido,
discurren las horas en cangilones
de aguas negras.
Es mi elección, no la tuya
bajo la máscara gris del infortunio
desoigo los pasos que arrastran cadenas,
la letanía de los tristes
desemboca en el callejón del silencio.
No es tu culpa ni la mía la elección
echa a ciegas
ni el desorden que se asusta en sí mismo
aullando por las pasiones errantes
muertas en vida.
el
cuchillo corta tan fácil…
se
desliza sin esfuerzo. ¡Zis! ¡Zas!
y
en un segundo
se
hunde hasta el fondo.
Un
cuchillo
un
simple cuchillo de punta afilada
madera
y metal
puede
arrebatar la vida
adentrándose
en la carne. ¡Zis! ¡Zas!
es
un deber dejar que la sangre bulla
y
lata trastocada.
Es
un deber transmitir al aire la sonrisa
y
palpar el horizonte con las manos
extender
la vista al infinito
y
reír sin motivo y a deshora
dejar
que la alegría inunde nuestra casa
palpitando
en múltiples carcajadas
recogerla
en nuestras manos y lanzarla
desde
el delantal suave del cuerpo
como
una lluvia cuajada de flores
expandida a todas las almas.
aguanta… espera
hasta que pasito a paso
minuto a minuto
me vaya acercando a ti
así seremos iguales
y estaremos en el mismo punto.
Hasta que te alcance, no crezcas,
que desde allí y a la par
continuamos juntos el camino…
De
dónde
surge
la
zarpa
feroz
que
aparta
fronteras.
De
dónde
el
océano
que
separa
tierras.
De
dónde
nace
la
indiferencia
insana
torpe
ciega
Dedicado a Vicente Muñoz Álvarez
estilizador de versos...