Escucha, ven
atisba mis huellas
persigue mis miradas
surca el viento
olfatea mis fragancias
cabalga a lomos del tiempo
enrédate en mis labios
colúmpiate en mi alma
que espera impaciente
Penélope de tus besos
tu arribada.
Escucha, ven
atisba mis huellas
persigue mis miradas
surca el viento
olfatea mis fragancias
cabalga a lomos del tiempo
enrédate en mis labios
colúmpiate en mi alma
que espera impaciente
Penélope de tus besos
tu arribada.
Perdidos entre las hojas
sabia de fuego y de frío
lumbre espanto añoranza
temblor ausencia. Destino.
Perdidos entre las hojas
del invierno presentido
aúllan en grito a la noche
amamantando delirios.
Perdidos en laberintos
desabrochan el corsé
rompen con su
voz los muros
extrañados de sí mismos.
Perdidos en la locura común
que pervierte sus sentidos
y que emborracha neuronas
convulsionando latidos.
Perdidos en otros mundos
gozan escribiendo libros.
La tarde se me ha ido
sacando punta
a los lápices,
como en mi
infancia
los he
alineado
el uno al lado del otro
en singular
formación
por colores,
por tamaños
he ido
probando
con distintos
sacapuntas
descartando
a los que se
les rompe la mina
hasta
conseguir el afilado perfecto,
después he
contemplado mi obra
satisfecha
con la
sonrisa libre
del que sabe
usar su tiempo.
Disfruta cada segundo,
exprime cada gota de
placer,
paladea la dicha en
cada sorbo,
alucina con cada nueva
estrella,
nunca,
sabes,
cuando,
el bucle de la
inclemencia cierra el círculo.
Baila al son de todas
las canciones,
brinca al son de todos
los ritmos,
brilla en la luz de
cada sonrisa,
vuelca la pala de tu
amor en cada semilla,
nunca,
sabes,
cuando,
el aire gira la veleta
del destino.
Desoye las malas
lenguas que te dicen
que existir es
sufrimiento,
desdibuja pensamientos
rotos,
expande el alma
atesora buenos
momentos.
Aunque el bucle cierre
el círculo
o gire la veleta el
viento
no te rindas,
descubre la belleza
a lo largo del camino,
impulsa tu alma.
La vida es hermosa
si tú así lo decides.
De ti depende.
Cuando
la esquina del tiempo doble la vuelta
y
no exista salvo la oquedad sin fin en la memoria
nexo
perdido en el confín de la materia que olvida su esencia
y
empieza de cero.
es el tiempo de inocencia.
Después nos cierran en zapatos
nos aprisionan con telas
cubren nuestra desnudez
amordazan nuestra lengua
mutilan nuestra sonrisa
y acallan la inexperiencia
gloriosa de ser nosotros
en la edad de la inocencia.
siga los pasos que marcan las otras mujeres inocuas.
Si queréis que mi pecho no vibre
y se transforme en lira empolvada de cuerdas rotas.
Si pretendéis que mis ojos no vean la luz del faro
que alumbra
que para mí no sea el agua, agua, la tierra, tierra y
la noche sombras
sí tan siquiera soñáis que voy a seguir vuestras
estúpidas maniobras
cuajadas de hielo mis venas, bruñido en granito mi
pecho
arrancada la raíz del tiempo, mujer estúpida hecha de
inercia perruna
sombra gris entre otras muchas sombras. Si soñáis
que vais a conseguirlo
despertad de vuestro sueño inútil, porque antes de
ser nada
o lo que vosotros pretendéis, que es lo mismo
mi cuerpo aparecerá, ¡os lo juro! cualquier mañana
gris
roto a la vuelta de una esquina.
y dejo el amor impreso
en las sendas de la piel,
pedazo de eternidad
que repiquetea en
la nebulosa del tiempo,
rastro dulzón que emerge
en el letal desconsuelo
cuando la noche despojada
de caricias se acurruca
entre silencios.
¡Nunca me harto de besos!
Los requiso sin medida
los estampo sin demora
y vuelvo, una y otra vez
a libar de la copa,
fuente inagotable de miel
besos profundos y bellos
guardados en el recuerdo.
resbalando por las piedras
en el aire hay guitarras
y en la noche estrellas.
Granada vela en sus cuestas
en sus calles empinadas
en el suspiro doliente
de una nota desgarrada
que hace estremecer el alma
del que sueña con Granada.
Granada, virgen y pálida
entre alamedas tristes
entre rosas y cascadas
de agua pura, cristalina
que lame la piedra casta
del Alhambra al Generalife
del Generalife al Alhambra.
Un vergel de mil colores
un tapiz de filigrana
cante jondo que penetra
en la piel y en las entrañas.
que viene como quejándose
con un canto de cautivo
desde la Sierra Nevada.
Murmurar de llantos moros
y de sonrisas cristianas,
mezcla de fuego y de sangre.
El Albaicín a lo lejos
corona a la reina, esclava
que fue en un día
de moros que la adoraban
que con mimo y con locura
de guerrero enamorado
fueron cuajando de flores
de jardines y de cantos
la nevada tez serrana
de aquella su Granada.
El Darro para escoltarla
resbala y canta en torrentes
desgastando tierra y piedra
para acercarse a su alma.
Alamedas siempre verdes,
ojos que son puñaladas
al reflejarse en los tuyos
serenidad, arrogancia.
En esta noche tranquila
serena, como las tuyas
con mil estrellas de plata
reflejándose en el cielo
y en mi cabeza
las notas de una guitarra
siento una pena tan honda
que quisiera convertirme
en hoja, en flor, en agua
que volara hechizada
a rendirte tributo en silencio
Granada.
ni poner miles de kilómetros por medio
la indiferencia rompe
decisiva
letal
mutila la cercanía adyacente
templa su espada de lodo y carencias
y corta de un tajo
cualquier atisbo de proximidad.
reposa tu cabeza fatigada
espanta tinieblas.
Mi fuerza es tu fuerza
mi seguridad tu empuje
mi corazón tu vela
mi luz tu antorcha
mi pasión tu bandera.
Descarga tu peso en mi espalda
ahuyenta fantasmas
descansa tranquila.
Mi alma te vela.
persigo tu huella en la almohada,
escurre mi sombra
en la curva de tu espalda
anudo mi alma
y aprieto los labios
para no decir tu nombre al silencio